Crisis hídrica, el problema ambiental que tiene Chile

La mega sequía que ha afectado a Chile, en la última década no es un hecho aislado en el mundo, sino una realidad que cada vez se hace más presente en distintos lugares del planeta. La huella hídrica se ha transformado en una herramienta esencial para visibilizar el consumo de agua en distintas actividades y generar mayor conciencia social respecto al uso de este vital elemento.

Comenzar a discutir el valor del agua en nuestra vidas y en el ecosistema es un sin sentido. Desde siempre hemos sabido su importancia, tanto que sin ella no podríamos subsistir todos los seres vivos de nuestro planeta. Es curioso pensar que el 70% de la Tierra sea agua y el mismo porcentaje es la cantidad de agua que se encuentra presente en nuestro cuerpo.

Su existencia es tan vital que no solo la ocupamos para consumirla, sino que también es fundamental para el desarrollo de nuestras industrias.

Durante décadas hemos pensado en ella como un recurso renovable, pensando que es un elemento prácticamente infinito. Frases como “hay que aprovechar el agua antes que se pierda en el mar”, ha sido y aún es, prácticamente un cliché cuando discutimos tanto de forma formal como coloquial sobre este recurso. Ambas premisas están profundamente erradas, muestran el bajo nivel de comprensión que tiene la sociedad respecto del ciclo hidrológico, y en última instancia reflejan el desdén con el que se conceptualiza este elemento como un componente clave de los ecosistemas, resaltando por sobre esto una conceptualización utilitarista.

Es probable que esta visión es la que hay en nuestro país. De hecho, la Organización de la Naciones Unidas, señaló en su informe “Escasez Hídrica en Chile”, que pese a ser un país rico en agua en disponibilidad per cápita, hay sectores de la población que presentan dificultades en su adquisición, debido a factores climáticos, normativos y de gestión.

Hidromet4Andes, es otro servicio de Cienciambiental que utiliza Prognos y MetGIS para generar pronósticos relacionados al ciclo de agua. A través de él se puede cuantificar cuánto va a afectar la escasez hídrica a sus proyectos, comunidades o cultivos aledaños, ya que simula el ciclo hídrico atreves del proceso de datos, pudiendo informar y establecer escenarios para gestionar este recurso vital de la manera más eficiente y positiva.

Durante los últimos 100 años, el consumo de agua ha crecido a un ritmo dos veces superior a la de la tasa de crecimiento de la población, pero si bien aún no se habla de una carencia a nivel planetario, sí va en aumento el número de regiones con niveles crónicos de déficit.

De acuerdo a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, considera que Chile es un país altamente vulnerable a los efectos de la crisis climática, ya que cuenta con áreas de borde costero de baja altura, áreas áridas, semiáridas y de bosques susceptibles a desastres naturales, áreas propensas a sequías y desertificación, a lo que se le suma la fuerte dependencia que tienen las principales actividades socioeconómicas del país al clima, principalmente de la disponibilidad hídrica.

De acuerdo al informe redactado por la ONU, “Escasez Hídrica en Chile”, se puede entender este problema en nuestro país, a través de varios factores. El primero es el Cambio Climático, ya que éste produce una disminución de las precipitaciones en la zona centro-norte, que ha hecho que el país experimente una sequía desde hace más de una década. Otro motivo que se señala es la brecha de gestión de los recursos hídricos. La ausencia generalizada de sistemas de gestión integrados de cuencas limita el manejo sostenible del agua en las zonas con escasez y no considera la interdependencia existente entre agua y ecosistemas. Así pues, la gobernanza actual -normas, roles institucionales y usuarios- no favorece el uso sostenible de los recursos hídricos.

 

Un tercer punto que se señala como motivo de la escasez, son las presiones de las actividades extractivas y/o productivas. El informe señala que en particular la agricultura, la minería y la industria manufacturera, que representaron casi el 80% de las extracciones consuntivas totales en 2017 (DGA, 2017), son una fuente importante de contaminación del agua. Por ejemplo, por la minería, el agua en el norte tiene concentraciones elevadas de cobre y arsénico.

En tanto, la agricultura perjudica el uso de agua en dos aspectos. El primero respecto a los fertilizantes utilizados en la agricultura causan condiciones mesotróficas y eutróficas en las reservas acuíferas en la zona central (Donoso, 2018). Asimismo, solo 5 cuencas cuentan con Normas Secundarias de Calidad Ambiental que regulan la concentración de contaminantes para preservar el ecosistema (Mesa Nacional de Agua, 2020).

El segundo, es porque, de acuerdo a la información entregada por la Organización de las Naciones Unidas por la Alimentación y la Agricultura, esta industria representa el 70% de la extracción mundial de agua.  

 

Huella hídrica: un llamado a la conciencia

En el año 2002, el neerlandés, Arjen Hoekstra, fue el primero en desarrollar el término de huella hídrica (HH), al señalar que es “la cantidad de agua consumida y contaminada necesaria para producir bienes y servicios a través de su cadena de suministro”, sirviendo como un indicador del impacto ambiental asociado con la extracción y uso de los recursos hídricos.

Sin duda, la HH se ha transformado en una herramienta útil para identificar las mejoras necesarias en eficiencia y gestión del agua, porque proporciona una estimación del consumo en el proceso de producción.

La generación de esta aproximación, permite comparar el desempeño ambiental de distintos productos, lo que puede servir, tanto para el conocimiento en el área industrial, como para el desarrollo de políticas públicas en el consumo sustentable.

El año 2012, se realizó la primera estimación de huella hídrica agrícola en Chile, bajo el programa de Huella Hídrica de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la UC. Ella indicó que la HH total de la agricultura en Chile es de 9.508,73 millones de m³/año, de los cuales el 73,6% corresponde a la HH de las praderas, trigo, maíz, uva vinífera y manzano. Hoy, se estima que en promedio se requieren 110 litros de agua para obtener una copa de vino y alrededor de 2.720 litros para manufacturar una polera de algodón. ¿no será mucho?

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