Bioindicadores ambientales por naturaleza

Hoy, la tecnología y los estudios científicos, mediante los monitores ambientales, son la primera fuente de información que ayuda a determinar el índice de contaminación de determinados lugares. Pero más allá de la importante función de la ciencia, es la propia naturaleza la que trabaja como una alarma ante cualquier variación que vaya sufriendo el ecosistema, pero cómo lo logra. A través de los denominados bioindicadores.

Los bioindicadores son los organismos vivos que, por sus características ecológicas, tienen mayor sensibilidad a los diferentes cambios ambientales. Incluso son capaces de reaccionar ante la presencia de acumulaciones de contaminantes antes de lo que lo hacen los sistemas creados por el hombre.

Ha sido tan trascendente la utilización de estos organismos, que hoy se constituyen como una de las herramientas más utilizadas en los programas de biomonitorización en los diferentes ecosistemas del planeta como son el

terrestre, acuático y aéreo, permitiendo establecer un control en su calidad ambiental.

Como te imaginarás son varios los tipos de bioindicadores los que existen dependiendo del tipo de ecosistema. De esta manera podemos encontrar en el aire, en el agua, en el suelo, los urbanos y los marinos. 

Podría llevarnos varios párrafos para señalar cada uno de los bioindicadores más utilizados, pero te nombraremos algunos que podrían interesarte. Por ejemplo los protozoos, como ciliados y amebas, pueden identificar si existe contaminación en fuentes de agua. La calidad de las aguas costeras también pueden ser medibles, gracias a estudios de bacterias como heterótrofas totales o nitrato-reductoras. Ciertos hongos y lombrices nos pueden informar sobre la condición del suelo. Las abejas, anfibios, peces, aves silvestres, incluso geckos pueden reaccionar ante la presencia de contaminantes.

Las Esponjas

Aspiradoras del océano

Las esponjas son filtradores que se alimentan de partículas, pero también pueden ingerir fragmentos microscópicos de plásticos y otros contaminantes de origen antropogénico. Por tanto, pueden servir como útiles bioindicadores de la salud de los ecosistemas marinos.

Los líquenes son una simbiosis, o sea el resultado de la unión entre dos organismos de especies diferentes para poder beneficiarse mutuamente en su desarrollo, entre un hongo y un tipo de alga o cianobacteria. Se encuentran en casi todas las zonas geográficas del planeta y su característica radica en que, a diferencia de las plantas, éstos carecen de raíces, por lo que para sobrevivir requieren absorber todos los nutrientes de la atmósfera, transformándolos en excelentes acumuladores de contaminantes del aire. A esto se le suma que son altamente sensibles a los cambios de hábitat y medio ambiente, haciéndolos ampliamente utilizados como biomonitores en diferentes ecosistemas.

A la naturaleza le sirven como alimentos para animales como el reno, de refugio para insectos y otros organismos microscópicos, para la utilización por parte de las aves, en la elaboración de sus nidos y, como si fuera poco, aportan oxígeno. Además de ser un efectivo bioindicador, los humanos los utilizan en la industria farmacéutica y en la medicina.

En la actualidad, las formas para determinar o cuantificar la contaminación son costosas, por lo que la utilización de líquenes como bioindicadores se ha popularizado, logrando que hoy sean una de las herramientas más utilizadas, ya que logran una medición inmediata de los niveles de contaminación en grandes áreas, actuando como señal de alarma. Eso sí, debemos ser prudentes, porque biólogos como David Hawksworth, han indicado que nunca podrán reemplazar en su totalidad a los equipos técnicos.

El año 2014 comenzó el proyecto PROPLAIR, Optimising the use of lichens as biomonitors of atmospheric PAHs, financiado por la Unión Europea, con el objeto de determinar cómo los líquenes interceptan y acumulan los HAP, hidrocarburos aromáticos policíclicos, que son sustancias químicas diferentes que se forman principalmente durante la combustión incompleta de materia orgánica como el carbón, petróleo, gasolina y la basura. 

"Los resultados de la investigación determinaron que la acumulación de HAP está afectada por varios factores, entre los que se incluyen las propiedades fisicoquímicas de cada contaminante, además de la estructura y la composición de cada especie de liquen, junto con los factores ambientales de cada zona como son la humedad, la temperatura, la lluvia, el viento, entre otros. "

También se descubrió que los HAP podrían ser protegidos de la luz solar por la capa de pigmentos que algunas especies de líquenes tienen en la superficie, con el objeto de evitarles la radiación UV, viéndose beneficiadas las HAP.

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